Por Angie Ramírez | Directora AlajuelitaSoy.com
Es sabido por muchos, especialmente por los residentes de Alajuelita, que este cantón carga en su imagen con un estigma y prejuicio generalizado que poca justicia le hace a la integridad de sus habitantes.
Este cantón, con cerca de 92 mil habitantes, siempre ha estado en las noticias de índole negativo, a tal punto que el prejuicio generalizado provoca que sus agricultores, artistas, profesionales, deportistas y en general los ciudadanos honrados (la gran mayoría) sean estigmatizados por una injusta imagen.
Hoy, ante el testeo de pruebas COVID-19 que se realiza en 23 barrios, nos muestra cómo una vez más las palabras calan fuerte en el incosnciente colectivo.
La afirmación de las autoridades de salud indicando que los vecinos de Alajuelita «no abren las puertas de las casas» y las palabras para solicitar «colaboración a los vecinos de Alajuelita para abrirle a los técnicos», hicieron eco en los medios de comunicación masiva, que derivó en múltiples muestras de desprecio generalizado para los alajueliteños.
Y claro, ¿a quién le va a gustar que ante una pandemia de nivel global como la que vivimos alguien se atreva a negarse a abrir las puertas de su casa a un funcionario para hacerse una prueba?
Justamente por eso, y como medio de comunicación local, fue que consultamos a los encargados de prensa de la Caja Costarricense de Seguro Social, ¿cuántas casas tocaron y cuántas de esas no abrieron? ¿en cuáles barrios ocurrió? ¿oyeron motivos de por qué no abrieron las puertas?
Lastimosamente, y para mi sorpresa, esta información no fue brindada y no obtuve datos que confirmaran que efectivamente los alajueliteños abordados no quisieran abrir sus hogares. Tampoco fue dada en ninguna comunicación oficial.
Con esto en mente, y sabiendo que muchos alajueliteños deben salir sí o sí a trabajar diariamente, me pregunto ¿será que tocaron en casas donde no había nadie? ¿será que abarcaron un barrio donde específicamente esa es la característica? y lo más importante ¿estuvo bien insinuar en conferencia de prensa a nivel nacional que los alajueliteños no abren las puertas de las casas porque no quieren?
Reflexiono entonces sobre el poder de las palabras y cómo ante cuestiones de este tipo es importante contar con datos para sustentar afirmaciones.
A raíz de dichas declaraciones, las redes sociales inundaron de insultos a todo un pueblo, un pueblo dentro del cual se encuentran personas deseosas de que se les realicen la prueba, personas voluntarias que sin que estuvieran dentro del registro para el testeo se acercaron a solicitar su prueba, personas que han mantenido las medidas sanitarias, personas que hoy son estigmatizadas por parte de la población del país.
Por supuesto que los insultos no son emitidos por las autoridades, pero vale la pena valorar hasta qué punto un vocero de una entidad estatal influye en la opinión pública.
Y no, con esto no trato de tapar el sol con un dedo, sí creo que hubo personas que quizá se rehusaran de hacer el testeo, no solo no abriendo sino también negándose, (estemos de acuerdo o no, es su derecho), sino lo que pretendo es hacer un llamado a tener cuidado con la forma en que se dicen las informaciones, máxime a nivel de jerarcas.
Hoy, por una declaración apreciamos cómo se fomentó una perspectiva no confirmada de la situación del testeo, que terminó por dar un nuevo golpe a un cantón ya de por sí despreciado públicamente, y uno que por múltiples factores ha sido golpeado este virus.